miércoles, 2 de noviembre de 2011

Longboarding

https://www.facebook.com/pages/LONGBOARDING/159968277394810

Manzana en inglés




Fue el día en que la manzanita murió, ese día el caos se apoderó de las tiendas que ofrecían productos tecnológicos. No existía en la capital del mundo una sola plaza en la que no se vieran manzanas mordidas, podridas, dibujadas como grafiti en las paredes y porque no, hasta nubes con formas de esta. Todas las ventanas de la vecindad lucían sus mejores vestidos, los colores rojo, azul verde y amarillo parecían celebrar algo, sin embargo, los vidrios rotos dejaban pasar el haz de luz que desde el cielo blanco se colaba.

¿Pero qué significaba todo aquello, acaso era el presagio de un destino lleno de colonias con casas que lucían sus banderas de colores a los cuatro vientos? Eso nunca se sabrá, la verdad es que un virus se había apoderado de la panguea digital, nunca antes se había visto algo igual en la aldea del globo terráqueo. Un mensaje a su vez volaba por los aires del ocaso que permanecía inmóvil, como pieza de museo, un grupo de aves trinaban juntas a su vez, el toqueteo de sus alas movían patrones oscuros y claros que lucían como letras en papel. Sin embargo, el presentimiento de un golpe de estado no permitiría avanzar con el sueño de toques mágicos, suaves y casi extraterrestres. La tendencia se había marchado, nadie sabría cómo encontrarla, los supuestos sucesores intentaban a diario encontrar una respuesta para su desaparición. La democracia había sido rota, un poder hegemónico gobernaría como déspota por los caminos tortuosos del esclavismo, cosechando a su paso un ejército de Troyanos que aseguraban la permanencia del dueño de aquella casa con tantas ventanas como ladrillos.

El pueblo estaba sometido, la manzana había muerto y ya no habría Robin Hood que tomara partido de ella. Todo se hallaba en silencio, la sensibilidad estaba prohibida, nada podía hacerse en una lucha tan injusta, llena de ambición y codicia. Se había vuelto común ver cadenas televisivas que exaltaban el poderío de aquel nefasto estado implantado por la fuerza.

Pero todo cambiaría, la lucha sería llevada a las calles, los ordenadores ya no serían capataces de mentes dormidas, la voz de unos cuantos hacía eco en el horizonte y las manos se levantaban en señal de protesta. En el cielo una nube dejaba entrever la luna nueva, raramente en esta se leía “MacOs no ha muerto, solo se mudó de hogar”.

Por: Marco Avelar